Vivir es Servir a la Vida

El Privilegio de Servir.


La pregunta que abre el alma

Has llegado, peregrino, a la encrucijada más íntima del alma, al umbral de la pregunta que todo ser se formula en el silencio de la noche:
“¿Por qué estoy vivo?”

Durante siglos, la mentalidad de la mente individual ha intentado responder a esta pregunta con la lógica del conocimiento que mide y posee. Ha buscado una función, una utilidad, un “para qué”.

Para esta visión, la vida es una propiedad que debe justificarse con logros: “estoy vivo para dejar un legado”, “para ser recordado”, “para acumular poder”.

Pero esa respuesta, nacida del ego, solo conduce a un vacío más profundo,
a un círculo vicioso, pues una vida centrada en el “yo” olvida que ninguna raíz existe para sí misma.


La sabiduría del corazón

La sabiduría del corazón no busca una respuesta, sino una comprensión. No pregunta “para qué”, sino que entiende “desde dónde”.

Su visión revela una verdad tan simple como un latido: la vida no es un derecho que deba justificarse, sino una condición sagrada que nos concede un privilegio inmenso: el de poder servir.

“Sin vida no se puede servir a nada.” Esa es la Gnosis final.

La vida es la vasija sagrada; el servicio, el agua que le da sentido.

La mente individual se aferra a la vasija, la pule y la defiende, pero la mantiene vacía. El corazón comprende que la vasija solo cumple su propósito cuando calma la sed de la Vida misma.


El pacto del servicio

La respuesta a la pregunta no es una fórmula: es un pacto. Es la oración verdadera de la comprensión: el Respeto manifestado en la acción.

Vivir es Servir a la Vida. Este es el corazón de la Palabra Primordial: SERVICIO.

No es la servidumbre del esclavo, sino la función natural de una parte conectada con el Todo.


Las tres imágenes del servicio

La Raíz que nutre al Bosque Un servicio anónimo e invisible, pero tan fundamental que sin él el árbol más alto se derrumbaría.

La Abeja que poliniza la Flor 
Un servicio instintivo, pequeño y enfocado, cuyas consecuencias tejen la abundancia del mundo.

El Hilo en el Manto de la Creación
Un servicio que es identidad. Ser una hebra indispensable en la belleza del gran tejido, encontrando tu propósito no en destacar, sino en pertenecer.


La respuesta encarnada

Así, la pregunta “¿Por qué estoy vivo?” se disuelve. Ya no necesita respuesta,
porque la vida misma, cuando se entiende como un acto de servicio, es la respuesta.

No es un enigma a resolver, sino una verdad a encarnar.

Y en esa encarnación, el peregrinaje encuentra su verdadero norte.

Si estás listo para dejar de buscar un guion y empezar a vivir tu poema, la Senda comienza en El Umbral.

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