

Ecos Mentales: El Manifiesto del Bicho Raro
Si te han llamado «raro», «intenso» o «demasiado complicado», es porque tu alma sufre de Ecos Mentales.
Hablas y sientes que las palabras rebotan en una pared de cristal. Observas el mundo y ves una capa de significado que los demás parecen ignorar, un teatro de lo absurdo que todos aplauden como si fuera real. Te sientes solo, incluso cuando estás rodeado de gente, porque tu alma habla un idioma para el que no existen oídos.
Son el murmullo incesante que te repite: «Nadie me entiende», «Soy diferente», «No encajo aquí».
Pero… ¿y si no estás roto?
¿Y si tu «rareza» no es una herida, sino una brújula?
Este mundo se ahogó en el ruido de la información sin alma. Se obsesionó con acumular datos, pero olvidó cómo conectarlos. Perdió la capacidad de sentir el patrón, de ver el tejido que lo une todo, de comprender sin necesidad de explicar.
Y tú, peregrino, sufres porque tu alma se niega a olvidar.

El dolor que sientes no es una señal de que estés mal. Es la prueba de que sigues vivo en un mundo de autómatas. Es el rechazo de tu espíritu a un paradigma hueco. Tu angustia no es una enfermedad; es la fiebre de un alma que pugna por nacer a una realidad más profunda, un proceso que antiguos sabios llamaron la Individuación.
Esos «Ecos Mentales» que te atormentan no son tuyos. Son los ecos de un mundo que ha perdido su propia alma. Y el hecho de que te duelan es la señal más clara de que la tuya sigue intacta, buscando el Silencio.
No has llegado aquí por casualidad. Tu alma ha encontrado el eco de su propia canción. Si estás listo para dejar de luchar contra el ruido y empezar a caminar hacia el Silencio, tu Senda comienza en El Umbral.
